La carta

Esta forma de escribir es de las estructuras más antiguas y sin embargo más naturales al ser humano que existen. Los epistolarios, desde Cicerón hasta los escritores románticos o los filófos modernos, o los de aquellos que emigraron a Estados Unidos en las Grandes Guerras son una fuente epistográfica extraordinaria a la hora de descubrir el mundo inmenso que se ocultaba detrás de sus novelas, de sus cuentos, de sus descubrimientos científicos, de sus hazañas, etc. En definitiva, a la grandes personalidades que ellos eran en la intimidad de la correspondencia con un amigo. Hoy en día, los epistolarios se buscan y se estudian con la misma intensidad que las obras publicadas de cualquier autor. E inevitablemente se convirtió en un género literario en sí mismo. Al mezclarse con la novela, surgió uno de los subgéneros más extraños pero también más llenos de posibilidades que nos ha ofrecido el genio humano. Sin embargo, hoy en día hay se editan pocos libros (si es que alguno) de este estilo. Si os ponéis a pensar: ¿Cuántos libros habéis leído últimamente que estén escritos epistolarmente, en comparación con todos los demás que están escritos en cualquier otro estilo? Pero no hace falta remontarse mucho atrás en el tiempo, sólo al corazón del siglo veinte y al final de la era romántica decimonónica para encontrar obras maravillosas: Un par ellas que os recomiendo encarecidamente son: Cartas del diablo a su sobrino (me reí mucho con éste) de C. S. Lewis, y Coppelius (súper inquietante) de E. T. A. Hoffmann. Más recientes son, con su ambiente de misterio y de magia La biblioteca mágica de Bibi Bokken de Jostein Gaardner, (conocido por El mundo de Sofía), y la sencillamente terrorífica Cartas de Invierno de Agustín Fernández Paz. Aparte queda Agnes Cecilia, de María Gripe, un híbrido ente lo epistolar y lo convencional juvenil… sólo a primera vista. De esos libros que dejan poso. Y nada de esto sería posible, por supuesto, sin la gran maestra por antonomasia en el género epistolar: Virgnia Woolf (1882-1941). No sabría escoger una sola de entre sus obras, en las cuales la epístola es un elemento más, introducido de forma perfectamente orgánica en la narración, junto con los monólogos interiores, o los diálogos, si los hay. En definitiva, en el conjunto totalmente dirigido a la belleza y a la verdad de ese instante del mundo en el que ha decidido posar la mirada. 

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Bien, ayer me sentía muy poco inspirada pero tenía que escribir algo, y tras varias tentativas fallidas me puse a escribir una carta a un amigo imaginario. Entonces era genial porque yo le contaba lo que quería: hablaba del tiempo, de mi familia, de mis amigas…etc. Y me di cuenta de que podía escribir mi historia entera de ese modo. Yo le escribía, él me contestaba, yo le decía que le echaba de menos (ya no era un amigo imaginario, sino un chico que se había ido a otro país), y más. Lo que me encanta de este estilo de escribir es que en la carta puedes sobreentender que el destinatario ya sabe como es la niña de la que hablas el sitio que tanto le gustaba, esas cosas. Con la carta piensas que eres TÚ quien responde realmente y (a mi parecer), te sale mucho más natural.Tú necesitas tener todo el mundo cuadrado en su lógica interna, y el hecho de que pueda emplear el pacto de lectura entre los dos lectores(tú no sabes lo mismo que saben los que se escriben, ellos se conocen entre sí. Tú puedes jugar con eso y darle misterio a la historia. Omitir cosas es lo que le da profundidad a la novela.  La clave está en REVELAR en lugar de contar. Lo guay es que puedes montarte toda la novela en la cabeza y luego ir dando pinceladas al lector. Eso le da profundidad, e incluso podría hacerlo una buena novela. 

Y eso, espero que os guste, os sea útil y que si habéis leído alguno de los dos libros sugeridos, me digáis en los comentarios si os gustaron o no.

Lo que está en negrita es lo productivo que podéis sacar de el post, como si fuera la sugerencia o nueva idea en torno a la que gira la entrada.

0pequeKURI

 

Entrada entre mi hermana Isabel y yo. 😉

2 comentarios en “La carta

  1. Me parece una idea interesante… Como vivencia personal yo empece a escribir una novela por cartas, pero la deje porque aunque la idea en sí es buena y como has dicho, antiquísima, me di cuenta de que con epístolas el que lee no se identifica tanto con el prota. A lo mejor es porque no ocurre a tiempo real, no se. Que te parece? Estás de acuerdo?

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  2. Hola,
    Con tiempo real a que te refieres? A que las cartas suponen una barrera espacio-temporal entre los dos que escriben? A mí me parece que el lector sí se identifica con el prota porque cuando éste escribe una carta íntima, pone lo que realmente siente y piensa, sin remilgos ni palabras rebuscadas (depende del tipo de cartas, pero yo hablo de un estilo informal, cercano, entre familiares,amigos, novios,etc.). Entonces el lector penetra totalmente en los pensamientos del que escribe la carta y se da cuenta, por ejemplo, de lo que echa de menos el chico a su novia o de lo que le quiere la madre a su hijo en el extranjero.
    Cris

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